
Hoy día con nuestras agetreadas vidas en las ciudades no nos damos cuenta que los niños no conocen nada sobre agricultura ni de donde provienen esas frutas que les ponen en la mesa y que en más de una ocasión no son de su agrado.
Está claro que en un balcón o terraza no podremos tener árboles frutales para enseñar de donde provienen sus frutos, pero si podemos mostrar como crecen, por ejemplo, unas fresas y por supuesto las verduras.
Es muy probable que el hecho de cuidar y ver crecer las fresas, les anime después a comerlas con más ilusión y les incite a conocer donde crecen otras frutas. Lo mismo puede pasar con las verduras. Por lo que aparte de ser una actividad divertida, puede ser una forma de conocer los ciclos de la naturaleza, las estaciones, las necesidades de las plantas… No deja de ser una forma de educarles.

Para que los niños sigan interesados en el huerto, dado que es un proceso lento, es aconsejable plantar semillas espaciadas en el tiempo, así verán como se produce todo el crecimiento sin perder la ilusión inicial. Y obtener la recompensa que representa recoger los frutos más asiduamente.
Por otro lado el hecho de realizar las plantaciones espaciadas, nos permitirá disfrutar de los frutos en un periodo más largo de tiempo y poderlo consumir, de otra forma, en algunas ocasiones, son más los frutos recogidos que la propia capacidad de consumo.
Es una tarea al aire libre en la que pueden jugar con el agua y la tierra, que les aleja, por un rato, de los juegos electrónicos y les permite estar en contacto con la tierra, con lo que aprenderan a respetarla.
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